Su mirada perdida frente al mar. Su cuerpo acariciado por el
viento, su cabello volando al azar; su hermosura es un dolor que siento. Quien
fuera mar, quien fuera viento, ella se desliza hacia el horizonte lento. Cada
luna la espero con ganas de amar, pero las sirenas, pertenecen al mar.
(Guillermo Ramírez Valenzuela)
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